Frutillar

De Ruta de Los Colonos
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Al momento de la fundación del poblado “El Frutillar” en 1856, la comunicación se realizaba por la Laguna Llanquihue mediante embarcaciones de todo tipo que incluían desde chalupas hasta barcos de mayor envergadura. Uno de los obstáculos mayores es el de las vías de comunicación. Para la construcción del camino de Octay a Osorno, 70 km, la administración fija un presupuesto de 18.250 pesos, que eleva luego a 35.000. Se necesitarán 25.000 para realizar los trabajos de esos 21 km, de Puerto Montt a Puerto Varas, que 50 a 60 carretas recorren diariamente, en 1870, por un camino difícil. Colonos y peones chilotes debieron trabajar sin parar, para abrir a lo largo del lago, un camino de tres varas de ancho intransitable en invierno y en que jamás penetra el sol“[1]

La escuela ambulante de Krefft comenzó a funcionar por primera vez en “El Frutillar" en el mes de septiembre de 1859. Más tarde se ordenó por decreto del 17 de noviembre de 1863 que el preceptor de la escuela n° 2, de Krefft, debía dar clases cada año desde el 10 de mayo al 31 de julio en Quebrada Honda donde ya esta escuela funcionaba desde el 15 de diciembre de 1860 en casa de don Teofilo Müller, y del 1° de agosto al 31 de diciembre en Puerto Varas. El itinerario del preceptor don Nicolás Mayewski era la escuela n° 4 de la Laguna, tenía que dar clases desde el 1° de mayo hasta fines de julio, en Frutillar, y desde el 1 de agosto hasta fines del año al norte de la Laguna (Volcán). En noviembre de 1864 Krefft renunció como preceptor de escuela de la Colonia.[2]

Los primeros síntomas de una vida comunal como tal puede encontrarse, tal vez, cuando la familia de Christian Winkler con sus hijos mayores empezó con la instalación de pequeñas industrias. Ya el primer molino, construido por Christian Winkler, sirvió para atraer a varios vecinos que llegaban a Frutillar con el fin de moler su trigo. Más tarde, los hermanos Hermann y Eduardo Winkler edificaron un molino de mayor importancia. Su hermano Gustavo, que se había recibido en Alemania como técnico-cantero, entregaba piedras de granito para otros molinos de los alrededores. Hermann Winkler, por fin, construyó una casa a orillas del lago, instaló un destilatorio, industrializando allí para su producción apreciables cantidades de papas y trigo. Pero a todas esas iniciativas hay que agregar como factor primordial la instalación de un negocio por Karl Richter, en el año 1874. Este negocio era una especie de almacén y ferretería. Su edificio se levantaba al lado de la casa particular de Karl Richter disponía también de un lugar para jugar al palitroque, hecho que atraía -como bien se comprende- a los vecinos. Con el tiempo, el negocio de Karl Richter crecía y ganaba importancia. Adquirió el destilatorio de Hermann Winkler, se instaló un molino y una cervecería propia, dirigida por uno de sus hijos, factores todos que transformaban la empresa de Karl Richter en una especie de centro económico. Las relaciones entre los vecinos eran estrechas y amistosas. Las familias de Johann y Franz Klocker, para nombrar solamente algunas, cultivaban la vida social en forma cordial y abnegada. No es de extrañar, pues, que podría formarse el Club Alemán (Deutscher Verein). El Club Alemán fue creado el 10 de mayo de 1882 como circulo de lectura por los señores Juan y Francisco Klocker; Jerman, Eduardo y Gustavo Winkler; Jorge Hitschfeld, Christian Nannig y Carlos Richter. En un comienzo, las reunioes se efectuaron en casa de Carlos Richter, más tarde en el Hotel de Roberto Winkler, y desde 1910 en el sitio actual del Club Alemán. Durante más de un centenar de años y hasta su incendio, el Club Alemán era un lugar de encuentro de la sociedad frutillarina, que disponía de piezas para hotelería, restaurante, cine, sala de baile y actividades, juego de cartas y esparcimiento todos los días del año. En la década de los años 1950, el directorio lo componían personalidades como Luis Engthal W, Hans Günther Köppen, Alfredo Püschel, Heinz Hornig K. y Erwin Vyhmeister N. A fines de la década de 1950, ocurrió el incendio de las instalaciones principales del club que colindaban con la calle Philippi. Durante un largo período, los tablones quemados a un costado de la plaza principal fueron el triste espectáculo que recordaba el repliegue del club a un limitado espacio interior. Ello se repercutió en un bajón de la actividad social de la comuna. Con posterioridad, se efectuó la reconstrucción del club con la características actuales que permiten un amplio espacio verde de jardines que favorecen la hermosa vista del lago y los volcanes. Otro aspecto importante de fines del siglo XIX fue 1a adquisición de una buena biblioteca. Ella fue instalada, al principio, en la casa de Karl Richter y de la cual se arrendaban libros a precios bajísimos. Casi al mismo tiempo, se fundó una sociedad escolar con el fin de contratar en Alemania a un profesor que debía radicarse en Frutillar. Tal finalidad luego se consiguió. En 1883 llegó Jacob Junginger[3]. que fuera contratado por el Estado para ejercer en la Escuela de Frutillar como maestro, dándole un auge apreciable al desarrollo cultural de la joven villa y que en 1892 inauguró un nuevo edificio escolar. La tradición musical de Frutillar se remonta al surgimiento del Coro Mixto “Liederkranz”, que fuera creado en 1894 por Jacobo Junginger. Sus conciertos y representaciones teatrales fueron actos culminantes de la vida cultural de Frutillar. Dirigentes del coro han sido Ernesto Preisler, Karl Hesse, Dausend, Brandtner, Böhme, Schüler, Sandmann, Roberto Dick, Harald Kocksch, Gerd Held, Viola Junginger, Adela N. de Daetz y Ortrud Werner. A lo largo de su existencia, el coro ha participado en conciertos organizados por instituciones afines de otras localidades vecinas, y ha efectuado reuniones corales con participación de grupos cantores de todo el país y de la República Argentina, que han sobresalido por su trascendencia cultural.

En 1904 surgía el “Männercor”, constituido únicamente por varones aficionados a la música. En ella también tuvo una destacada participación Jacobo Junginger como fundador. Su himno sería “Cantando se van las penas” canción con la cual se mitigaban las penas y añoranzas que sufrían sus esforzados colonizadores y feligreses de Frutillar. Junginger dirigió el coro durante 25 años y se cantaron canciones de grandes compositores y escritores alemanes. A Junginger, le sucedieron Carl Hesse, Herbert Koehler y en los años 40, Robert Dick. Este último, un gran cultor de la música tradicional alemana, retoma la tarea de Junginger y el coro vuelve a revivir. Frutillar volvió a cantar por algunos años hasta que R. Dick se tuvo que regresar a Alemania, entrando el Míinnerchor en un nuevo letargo. Despierta nuevamente el 9 de Julio 1993 y bajo el patrocinio de Alfredo Daetz. Un grupo de frutillarinos encabezados por Heriberto Junginger lo hace revivir. Entre ellos se contaban: Ricardo France, Heriberto Plass, Rudi Nannig, Helmar Doepking, Hans Guenther, Goeppen, Eberhard Hoesel, Ricardo Sánchez, Rolf y Heinz Koenekamp, Veniero Margozzini, Arturo Naudam y otros. En septiembre del mismo año, y bajo la batuta del joven profesor primario Leonardo Aros, reaparece el coro masculino de Frutillar con su primera presentación pública que da inicio a las Fiestas Patrias de ese año. Gracias a la personalidad de Karl Richter, Johann Klocker, Hermann Winkler y Santiago Jakob Junginger, fue posible también la formación de la Iglesia Evangélica Alemana del Lago Llanquihue, cuyo centro fue y siguió siendo hasta nuestros días el pueblo de Frutillar, donde reside el párroco[4]. En sus primeros años, los esfuerzos de la colectividad y de sus primeros pastores Guillermo Helwig (1893-1903) y Daniel Weil (1904-1919) se logró estrechar los lazos entre la comunidad y la iglesia. Así en 1934 pudo inaugurarse la Iglesia Luterana, el mismo día que iniciaba sus labores el Pastor Helmuth Jünnemann.

En el sentido económico, Frutillar aumentó su importancia cuando Robert Klenner y Hermann Winkler, en el año 1884, fundaron una curtiembre, la primera de la región del Lago, y luego muy cotizada en el circulo de todos los vecinos. Esa empresa fue adquirida, en el año 1890, por Adolf Richter, hijo de Karl Richter, y ampliada en forma notable al trabajo intensivo y experto de varios curtidores europeos. En 1918, la empresa vio otro cambio de dueño; la adquirió Emil Nannig Scli., quien la había dirigido anteriormente, y la vendió, en 1925, a la familia Winkler-Hoebel, que procedió a complementaria con una zapatería y un negocio de venta de artículos de cuero. El rápido desarrollo de Frutillar en el sentido económico y cultural tenía que impresionar al Supremo Gobierno e impulsarlo a prestar su ayuda oficial al floreciente pueblo. En 1892, se inauguró el nuevo y hermoso edificio escolar, cuya construcción había sido empezada bajo la presidencia de José Manuel Balmaceda. El edificio antiguo que se encontraba en el terreno de Robert Klenner y Luis Niklitschek y donde Santiago jakob Junginger había dado clases durante cuatro años fue demolido. Entre los maestros que habian enseñado en el edificio antiguo destacaron Heinrich Schadow y Robert Klenner.

Villa Frutillar: capital y comuna autónoma

En 1893, el Gobierno otorgó a la pequeña Villa de Frutillar el privilegio de ser sede de una Comuna Autónoma formando así, junto a las otras dos comunas de Puerto Octay y Puerto Montt, el Departamento de Llanquihue: El primer alcalde la nueva Municipalidad fue Luis Niklitschek. En aquella época la comuna de Frutillar abarcaba el territorio comprendido entre la desembocadura Río Negro al Río Rahue (8 km. al sur de Osorno) hasta Puerto Varas, incluyendo Fresia.” “El Frutillar” se transformaba en capital de comuna y adquiría oficialmente el nombre de “Villa Frutillar”. Ella comprendía una vasta superficie geográfica que incluían las subdelegaciones de La Laguna y Río Negro con una población total de 8.534 personas. De esta manera, el departamento de Llanquihue, compuesto además por Pto. Montt y Pto. Octay, gue reunían un total de 21.212 habitantes en el año 1903 [5]. “En los primeros días octubre de 1893, el volcán Calbuco entró en fuertes erupciones, produciendo mucho pánico entre la población, no sólo del sector de Ensenada sino también en todas las familias que vivían alrededor de los lagos Todos Los Santos y Llanquihue. El Intendente de la Provincia, José Luis Vergara y otras autoridades viajaron hasta Ensenada en el vapor “Clara”. Desde este último lugar continuó a caballo hasta la hijuela ubicada al pie e Volcán. No pudo proseguir adelante pues el bosque ardía por diversas partes. El volcán, en efecto, arrojaba gran cantidad de lava, piedras y cenizas de distintos tamaños. Al finalizar el mes de noviembre este seguía todavía arrojando cenizas. El día 8 de ese mes, el viento noreste empujó las cenizas produciendo una oscuridad al medio del día en toda la zona.[6].“ Los primeros comicios municipales para llenar los cargos correspondientes a la Municipalidad de Frutillar se efectuaron el 17 de marzo de 1894, favoreciendo el voto popular a los siguientes candidatos: Federico Hollstein, Willibaldo K1enner,]osé Bittner, Jerman Winkler, Enríque Wiehoff, Jerman Schwerter, Luis Níklitschek, Antonio Kahler Cristino Nannig. Este último se retiró voluntariamente al recibir el mismo número de votos que don Antonio Kahler. Entró como nuevo candidato don Anselmo Burgos en reemplazo de don Federico Hollstein, porque este último no podía asumir el cargo de regidor en su calidad de beneficiario de dineros fiscales para su empresa de transportes en el Lago Llanquihue. En la sesión constitutiva de la nueva Municipalidad fueron asignados para los cargos las siguientes personalidades: Alcaide y primer regidor: Luis Niklitschek, segundo regidor: Willibald Klenner, tercer regidor: Enrique Wiehoff, secretario: don Eberardo Ricke, tesorero: don Fernando 2° Bittner. Con fecha 6 de marzo de 1894 fue designado por el Supremo Gobierno don Carlos Richter Sch. en el cargo de subdelegado de Gobierno en la Comuna de Frutillar.

Por el año 1900, Frutillar vivía su mejor época como Centro Económico. Los Almacenes Richter se lucían magníficamente en su nuevo edificio inaugurado en 1895 y era posible encontrar todo tipo de aprovisionamiento. Igualmente, la Curtiembre Winkler y la Herrería Hechenleimer estaban en actividad. Actividades importantes de principios de siglo XX son el molino de Adolfo Richter. La gran Empresa “Chile-Argentina” había instalado una sucursal con enormes depósitos. Las familias Winkler, Klocker y Richter compraban vastos terrenos en la parte interior del territorio. Dos hoteles modernos habían sido construidos. Hermann Winkler había empezado ya con su fundición de fierro. Los hermanos Alwyn y Reinhold Winkler dieron vida a una industria maderera a vapor y en Punta larga se levantó la fábrica de carros de Christian Wetzel y Nannig. La navegación alrededor del Lago llanquihue era floreciente. Alrededor de 70 veces las embarcaciones tocaban puerto cada mes en Frutillar y éstas transportaban en total alrededor de tres mil pasajeros y 8.000 bultos de carga. Frutillar disponía de tres muelles, de los males dos fueron construidos por la firma de Adolf Richter y uno por la Empresa “Chile-Argentina”. Los vapores que viajaban utilizando cerca de 20 muelles-embarcaderos que se habían construido en las riberas de todo el borde del Lago. Cada uno poseía una bodega para almacenar la mercadería de origen agrícola y de consumo doméstico. El muelle de Adolfo Richter era el centro de la actividad del período y en sus almacenes se encontraba la más variada gama de productos necesarios para la actividad económica.

Hay que recalcar también que el tráfico de vapores en el Lago crecía en forma constante. Los vapores estacionados en Puerto Varas, Los Bajos y -más tarde- en Puerto Octay anclaban tres veces por semana en Frutillar. Las casas comerciales empezaron a construir sus propios muelles para evitar la forma lenta de cargar y descargar los buques por intermedio de botes a remo.


  1. El Arancano, 31.03.1855.
  2. Schünnemann, Helmuth, (1956), “100 años de la Villa de Frutillar”, Comisión Alcaldicia del centenario de Frutillar, p.17.
  3. Santiago Jacob Junginger. (31-12-1861 al 12-10-1923), se enroló en la sociedad a de Barmen, aceptando el trabajo de profesor de alemán en el colegio fiscal de Frutillar. Junginger llegó a hacerse cargo de su trabajo el 1° de Agosto de 1888. Parte de su sueldo era recolectado entre los padres de sus alumnos lo que comprometía a la comunidad alemana. Casado con la hija de un colonizador alemán del sector “el Volcán” en 1894, además de su labor de educador, se hizo cargo de las funciones de pastor de la recién fundada Iglesia Luterana. Un año mas tarde en 1904, fundó el primer coro de hombres (Männerchor) y en 1906 organiza la fundación del Instituto Alemán y su es su primer director
  4. Schünemann, Helmuth, (1956), “100 años de la Villa de Frutillar”. comisión alcaldícia del centenario de Frutillar, p.17-25.
  5. Tampe Eduardo (1998), “Puerto Varas. Capital del lago Llanquihue”. ed. Master Print Ltda. Pto. Montt. p. 29.
  6. Tampe Eduardo (1998), “Puerto Varas. Capital del lago Llanquihue”. ed. Master Print Ltda. Pto. Montt. p. 26.